lunes, 16 de febrero de 2009

SÒNPÒNNÓ

SÒNPÒNNÓ
XAPANA OMULÚ OBALÚAIYÉ


Orìsà orgulloso, huraño y rencoroso, amo de la tierra y de los espíritus en ella contenidos, está tan ligado a la tierra, como a las enfermedades y su curación.
Òrìsà de gran sabiduría, tiene bajo su dominio todo tipo de epidemias y enfermedades contagiosas, fundamentalmente las de la piel. Por ello es considerado el amo y señor, que puede tanto combatir como afectar, dolencias contagiosas. Corresponde a la figura del médico astral y a él se le suplica la curación de toda dolencia física y del espíritu. Sonponno detesta la injusticia, la mentira y la hipocresía.
Si bien el temperamento de Sònpònnó puede parecer rudo y hasta algunos autores lo describen como insensible, personalmente y luego de haber leído alguna de sus historias, creo que, su ira puede ser feroz, pero su misericordia es infinita.
Sònpònnò es una divinidad del panteón Daomey , lugar donde se refugió cuando fuera expulsado de Ifé, según se desprende del siguiente itan.
Mucho tiempo hacía ya que las divinidades habitaban en la tierra. El pequeño montículo de arena fue creciendo y poblándose de asombrosos lugares. Los océanos ondulaban las orillas con su verde mar, los apacibles ríos daban paso a magníficas cataratas que custodiaban la grandeza colorida del arco iris obsequiado por Osunmaré, denotaban su majestuoso e imponente bramar, hasta desembocar en un manso y cristalino río que fluía acariciando las soberbias rocas que majestuosamente se elevaban entre las aguas.
Los seres humanos habían sido creados a imagen y semejanza del gran Olodumare, y servían de ayuda a los Òrìsà en la construcción del aiye.
La tierra estaba siendo poblada. Y junto a la magnificencia de la vida que rebosaba de colores y perfumes, un sentimiento nuevo, extraño, comenzó también a gestarse en ella. La ambición, el rencor y la burla, tambien empezaron a formar parte de sus habitantes. Sin asomo de duda, los ajogun no perdían tiempo y muy subrepticiamente comenzaron a enquistar en los habitantes de aiye su ofo.
Así los Òrìsà, que estaban adquiriendo una nueva predisposición, mas humana, menos espiritual, se fueron contagiando de algunas miserias y transcurrieron sus días aveces con amor, bendiciones y alegrías, y otras veces, peleando por las posesiones que les permitieran tener mayor poder.
Cada uno pretendiendo tomar una porción mayor, peleaba a su manera por ella. Y así, entre buenas y no tan buenas iban transcurriendo los tiempos de su permanencia en la tierra.
Como cada uno tenía un lugar para si, ya no se reunían con tanta frecuencia, y era en el transcurso de fiestas o eventos muy especiales que todos se reunían.
Cierta vez, Òsà-nlá, extrañando los días en que en el orun, todos los Òrìsà disfrutaban de una amistad juvenil y franca, decidió brindar una fiesta en su casa e invitó a todos a disfrutarla junto a el. La fastuosidad era total, exquisitos manjares servidos en lujosas vajillas, acompañaban las bebidas más sofisticadas que se pudieran imaginar. La alegría reinaba por todo el salón y el vino corría como agua.
Era una fiesta era magnífica y todos los Òrìsà disfrutaban de ella, danzando, riendo y agradeciendo al gran Òrìsà su invitación.
En un momento determinado, Òsà-nlá llamo a los tamboreros ordenando que dieran comienzo al baile, para que todos pudieran mostrar su gracia y disfrutar de la danza.
Sàngó, que como sabemos era un bailarín excelente, tomo la delantera y dio inicio a la danza, a la que todos se unieron bailando al ritmo del tambor.
Todo era brillo y algarabía, nadie pensaba en sus intereses personales, disfrutar danzando, comiendo y bebiendo, era lo más importante del momento.
Solo Sònpònnò, taciturno y sentado en un rincón parecía no disfrutar de la alegría reinante. Todo el grupo se iba acercando a el pidiéndole saliera a bailar, a lo que indefectiblemente este se negaba. Tanto fue la insistencia que para no pecar de descortés, se levantó y comenzó a danzar, con tan mala suerte que tropezó y cayo de bruces al suelo, situación que motivó la risa de todos, que gritando y burlándose batían palmas a su alrededor.
Esa actitud produjo en el Òrìsà tal enojo, que tomando su bastón, comenzó a atacar con el a todos los presentes y así, a cada uno que era tocado por el bastón, se le cubría la piel con viruela.
La fiesta se convirtió en un desastre, todo había salido de control y la algarabía anterior abrió paso a un caos total. Gritos de terror se escuchaban por doquier, y Sònpònnò fuera de si, esparcía bastonazos a quien se le cruzara en el camino.
Ôsà-nlá, indignado por tal actitud recriminó fuertemente el proceder de Sònpònnò, por haber causado tamaña confusión. Pero todo era en vano, nadie podía parar las arremetidas del ofuscado Sònpònnó, que continuaba maldiciendo y enfermando a todo el que encontraba a su paso.
Muy alterado, Òsà-nlá llamó a Sango y a Ogun, ordenándoles que sacaran inmediatamente a Sònpònnó del lugar, llevándolo lo mas lejos posible.
Imponiendo su condición de gran Òrìsà, ordenó que fuera desterrado de esa tierra y mandado para un lugar lejano, llamado Daomey, pero antes de verlo partir, lo maldijo diciendo; Sònpònnó, por el ase que olodumare me confirió, yo, el gran Orisa-nla, te maldigo y ordeno que ninguna persona te albergue en su casa. Eres desterrado de Ile-Ife, y vivirás fuera de este pueblo, hasta que decidas retornar a Orun. Dicho esto, nada más quedó por hacer, Sango y Ogún llevaron a Sònpònnó a las fronteras de la ciudad y allí lo abandonaron a su suerte.
Sònpònnó, comprendiendo que nada podía hacer por el momento, en cuanto llegó a Daomey y comenzó a asistir a las personas que padecían algún tipo de enfermedad.
Su éxito en las curaciones le permitió ganar prestigio rápidamente. Todo le parecía sonreír, por lo que decidió que en esa ciudad levantaría su casa.
El poder de curación que el Òrìsà poseía lo convirtió rápidamente en rey absoluto del lugar y en el vivió hasta que decidió partir junto con los demás Òrìsà para el orun.
Se cuentan muchas historias sobre éste Òrìsà, tal vez sea por que es el único que cubre su cuerpo y rostro totalmente con iká, rafia africana y que pocos han sido los que lograron ver sus facciones en totalidad. Y a ese respecto cuentan los mayores que las demás divinidades comentaban que Sònpònnò era muy feo y estaba totalmente picado de viruela, hasta que un día, la curiosidad de Oya la llevó a hacer soplar sus vientos, logrando así descubrir trás los vestidos de rafia, el hermoso y varonil rostro del Òrìsà.
El ota de Sònpònnò es de piedra agrisada y poceada, que se encuentra en las orillas de playas agrestes o poco frecuentadas. Muchas corrientes o naciones, acostumbran a levantar para éste Òrìsà una casa con techo de paja. Este altar está separado del ala central y solo le está permitida la entrada a los sacerdotes o los iniciados que posean como Òrìsà regente a Sònpònnò.
Su fundamento lleva como símbolo de importancia el èrùkèrè, que a diferencia de los comúnmente utilizados por otros Òrìsà, es al igual que el de Nana Buruku, envuelto en hilos trenzados de rafia africana, que representan a los espíritus ancestrales contenidos en la naturaleza y que también se lo conoce por el nombre de Sasará. Este èrùkèrè denota la ligación de estas divinidades con iku, el destino final de todo ser humano. Con el mazo ritual, Sònpònnò barre enfermedades, tristezas, brujerías calamidades y todo tipo de pestes, de la misma manera que puede castigar con él. También se coloca una pequeña escoba, cadenas de acero y buzios.
En América es común que las ofrendas de Sonponno se despachen en campos alejados y solitarios, preferentemente en el límite de una localidad a otra, o en los caminos cercanos al cementerio..
Su día de culto es el miércoles y los colores que lo caracterizan son negro y rojo, rojo, blanco y negro y violeta oscuro. Su metal es el plomo, su número es nueve o múltiplo del mismo
Las comidas de uso común para esta divinidad son a base de granos de maíz y porotos negros, acompañados por granos de maní y pochoclo, todo muy bien torrado y servido junto.

CARACTERÍSTICAS DE LAS PERSONAS REGIDAS POR SÒNPÒNNÒ

Estas personas son de temperamento serio, circunspecto y suelen dar la impresión de vivir agobiados e insatisfechos.
Como trabajadores resultan muy responsables y cumplidores de los compromisos contraídos. Como amigos son selectivos y difíciles de satisfacer, pero cuando entregan su afecto o amistad, son dedicados, fieles y respetuosos de las idéas del otro y no dudan en sacrificarse para prestar ayuda al que la necesita.
Cuando se los ofenden no olvidan fácilmente el agravio. Son rencorosos y si dejan de lado una amistad, no vuelven sobre sus pasos.
Trabajan con tesón para construirse un buen pasar y como no son vanidosos ni gastadores, cuando logran una sólida posición económica saben mantenerla por siempre.